EL RENACIMIENTO EN MEDIO DEL OLIVAR Y AL FONDO MÁGINA

Ardua tarea la de hacer la crónica de la I Carrera de Fondo de la ciudad de Baeza organizada por el Club Deportivo Bohondillo que se celebró el pasado día 19 de junio de 2010 a las 19:30 horas, sobre todo si mi amigo y compañero de nuestro Club, Juan Carlos, se lo pide a una persona que pasó allí tres años de su vida, cuando su corazón era mucho más inocente. La mezcla de sentimientos de correr por primera vez por donde tus pies ya habían pasado, de juntar lo que fuiste y lo que eres ahora, es una experiencia única y cautivadora. Pero no os voy a hablar de mí, ni de lo que hice en aquellos tiempos ya lejanos, aunque habría cosas que contar, sino de Baeza, de su carrera y de la buena gente de nuestro Club de Atletismo Los Califas.

El pasado de Baeza, la atalaya sobre el Guadalquivir, se hunde en lo más profundo de los tiempos por su posición estratégica, pero es en el siglo XVI cuando alcanza su máximo esplendor. En 1227 Fernando III la conquisto definitivamente del poder árabe, aunque antes trascurrieron muchos años en los que paso de una a otra mano de los contendientes. Desde ese momento la ciudad se convierte en el bastión que asegura la línea de la frontera para los reyes cristianos, y en la amenaza permanente para los reinos que estaban en la margen izquierda del gran rio. De hecho fue, junto con Úbeda, el posicionamiento fundamental para la derrota final de los nazaríes, llegando a ser cabeza del reino. Y ese pasado se refleja en su arquitectura civil, religiosa e institucional, que nos hace rememorar, a poco que dejemos volar nuestra imaginación, el bullicio de sus calles donde nobles, hidalgos, religiosos, sabios, santos, artistas, arquitectos, canteros, pintores, escultores, médicos, músicos y poetas, hicieron de esta ciudad una de las más importantes en aquella época. Ese pasado y la conservación de su legado, hicieron posible que en el año 2003 fuera declarada por la UNESCO, junto a la cercana Úbeda y a los lejanos cerros de la ciudad de Valparaiso bañada por el Pacífico en Chile, Patrimonio de la Humanidad.

El recorrido de la carrera sintetiza lo que es y fue Baeza, comenzó con un corto trayecto urbano a la salida del Polideportivo, que fue también la meta, para adentrarse por caminos entre olivares, que posiblemente fueron los paisajes que inspiraron los sencillos versos a nuestro poeta más humano, Antonio Machado, que llegó en 1912 a Baeza después de la muerte inesperada de su amada Leonor Izquierdo en Soria y se quedó hasta 1919 impartiendo clases de francés y dejando una profunda huella en la vida cultural de la ciudad provinciana que era ya Baeza “campo, campo, campo y entre los olivares los cortijos blancos “. En el Kilómetro 5, aproximadamente, dejamos atrás el campo y comenzamos el recorrido urbano que no dejaremos ya hasta la meta. Después de correr por la parte alta de la muralla, con la inmensidad del valle del Guadalquivir y la imponente Mágina al fondo, pisamos las calles estrechas y las anchas plazas de su casco histórico. Aunque ya pesa el esfuerzo de la carrera, nuestra vista se sorprende al encontrarse con los arcos de entrada a la ciudad; con la Catedral; con la Fuente de Santa María; con el Palacio de Jabalquinto (actual sede de la Universidad Internacional de Andalucía en Jaén); con la antigua Universidad creada por el Papa Paulo III en 1538, influenciado por nuestro poeta más místico, San Juan de la Cruz; por la esquina del Seminario de los Carmelitas Descalzos fundado en 1579 por el propio San Juan de la Cruz; por las antiguas Escribanías y Audiencia que seguramente utilizó Pablo Olavide insigne escritor, jurista y político español del siglo XVII (murió en Baeza en 1803) al que le debemos extensos procesos de Colonización Agraria en Sierra Morena; y así podríamos seguir con muchos otros monumentos y personajes.

En lo deportivo lo primero es agradecer a la organización de la carrera el esfuerzo que hicieron, destacando el alto nivel conseguido y la sensibilidad que tuvieron en todo momento con cualquier petición de los participantes. Nuestro Club, una vez más, dejó el estandarte bien alto, recibiendo el premio al de mayor participación (24), un cuarto puesto de la general y primero de su categoría para Manolo Benito con un tiempo de 50:52 y la sobresaliente actuación (aunque esto ya es lo habitual) de nuestras atletas. Resaltaron las “hermanas Jabalera”, Lourdes y Montse, que hicieron juntas la carrera y llegaron, con sprint incluido, en un meritorio tercer y cuarto puesto de mujeres y segundas de su categoría. Victoria E. Mayorga Córdoba llegó en segundo puesto de su categoría. Cabe destacar el reconocimiento al atleta de más edad para nuestro querido Pepe, que hizo un magnífico tiempo y llegó a meta con el participante más joven de nuestro Club José Daniel Martínez.

Como ya va siendo hora de terminar la crónica, quiero hacerlo con un “guiño” a nuestras mujeres del Club que tanto se lo merecen, y que mejor forma que regalarles lo que decía Antonio Machado: “un hombre no es hombre mientras no oye su nombre de los labios de una mujer”.

 

Melchor Guzmán